Xóchitl Leyva: Sobre el libro “Trecientas hormigas” de Juana María Ruiz Ortiz

Trecientas hormigas
Trecientas hormigas está a la venta en la librería La Cosecha y en Kikimundo, en San Cristóbal de Las Casas, en diversas librerías del país, y en la librería en línea de Urucum Ediciones.

Primero, agradezco esta invitación a compartir mi palabra escrita en el nacimiento de esta obra creativa. Quiero abrazar -desde donde me toca ahora estar- a Xunká su autora, y a la Editorial autónoma Urucum que le acompañó en esto que la misma Xunká nombra como “una forma de sanar su mente y su corazón”.

Gracias Xunka por tener la fuerza interior para acometer esta tarea que nos permite sentipensarnos como sociedad, como humanidad, como “mujeres que luchan” -como nos llaman cariñosamente las zapatistas.

“Llegó la hora de los pueblos” dicen zapatistas y miembros del Congreso Nacional Indígena (CNI). A lo que agrego: llegó la hora de las mujeres, las cuerpas diversas y la Madre Tierra. Y en esta hora, Xunká termina este libro y así nos abre una ventana para conocer no solo los dolores, las discriminaciones y las violencias sino también lo bueno de la vida; lo que muchas personas de buen corazón le ofrecieron para, como ella misma dice: “sanar mis heridas que tenía en mi mente y en mi corazón” (p. 108). Para hacer -cito textual: “la limpieza de la mente, la limpieza del corazón, de sangre, de alma” (p. 105).

Voy a decir algunas ideas que me vienen luego de leer de corrido y sin para la obra de Xunká. Buscaré no hacerlo con esa voz cis-hetero-patriarcal autorizada que se usa en la Academia-dominante sino más bien desde lo profundo de mi sentipensar femenino activista y trabajadora de las Ciencias Sociales y las Artes.

Primera idea. Siento que el libro se mueve entre el mal y el bien, entre la maldad atroz y la bondad posible. En la obra la maldad se concentra en la vida familiar vivida en el paraje tsotsil donde nace y crece la autora. En el otro extremo tenemos el respeto, la solidaridad, la hermandad y la sororidad encontrada en la ciudad de San Cristóbal al relacionarse Xunká con gente caxlana y güera muy específica: su patrona, sus compañeras del centro de trabajo, sus compañeras de las organizaciones de mujeres indígenas y el grupo feminista del que Xunká misma fue co-fundadora.

Lo que nos comparte la autora parece romper con todos los esquemas que ven a “lo indígena” como el paraíso terrenal y a lo “caxlán-güero” como el lugar automático de todas las violencias. Xunká, de hecho, rompe con esos esquemas comunes cuando pone al anverso como reverso y al reverso como anverso. Así la autora nos pone a pensar de nuevo nuestros imaginarios y las prácticas que se dan/que damos cuando se encuentran mujeres, lenguas, culturas y mundos no solo diversos sino marcados por las múltiples violencias, históricas y actuales.

Segunda idea. En el paraje tsotsil -y en la obra toda- destaca la figura paterna extremadamente violenta y destructora; seguida de la madre, la tía y la abuela aceptando y reproduciendo esa violencia de mil formas. Ahí están también la hermana y el hermano beneficiándose de las grietas y los privilegios que conlleva ese modo violento “machista”.  

Al respecto la autora nos dice: “la raíz de mi desprecio es que vine niña, no traje testículo” (p. 18). Y agrega que por “ser niñas y por ser mujer”, en “mi comunidad de origen” “no valemos y somos como un objeto” (p. 19).

Pero sus reflexiones no se quedan ahí pues muestra cómo una mujer, una niña, en el mismo paraje y en la misma familia, puede no sufrir la violencia que ella sufrió, si es protegida por otras mujeres “poderosas” dentro de la familia.

Xunká, reitero, no se queda en los lugares comunes, sean o no feministas. Ella engendra su propia mirada sentipensada así como su propia manera de hablar y escribir la “castilla”. Lengua que no dominaba cuando llegó a San Cristóbal en los 80s del siglo pasado.

En los templos de las sagradas Academias se vería como un error, decir y escribir: “trecientos” en vez de “trescientos”, “testículo” en vez de “testículos”, todo ello es parte del hacer rebelde oral y escritural nacido de la subversión de las gramáticas y demás normalizaciones a los que los pueblos originarios se ven sometidos. Vale la pena detenerse y sumergirse también en este aspecto de la obra. Así como su versión en tsotsil.

Tercera y última idea. Para cerrar mis palabras quiero tejer la obra creativa de Xunká con nuestro propio caminar personal y colectivo: Cuando en 2008 empezamos a armar nuestro audio libro Sjalel Kibeltik. Tejiendo Nuestras Raíces con los miembros de la Red de Artistas, Comunicadores Comunitarios y Antropólogos(as) de Chiapas (RACCACH) estábamos desafianzo las leyes de la hetero-representación ya que nos pusimos los y las 10 a escribir cada uno y una de nosotras nuestra historia desde nuestra raíz, corazón y co-razón.

Fue algo apoteótico, nos ocupó 3 años de trabajo colectivo autonómico y publicamos el libro en castellano, tseltal, tsotsil y tojolabal. Sin embargo, en esa nuestra red, no logramos sumar mujeres de pueblos originarios chiapanecos. Las dos mujeres que estuvimos ahí veníamos: una, de Japón, y la otra, de la región afromixteca oaxaqueña.

No es que, en el Chiapas del 2008, no hubiera mujeres de pueblos originario trabajando ya en el campo de las artes, las había sin duda: estaban ahí las mujeres teatreras de Sna Jtz’ibajom y de FOMMA, había algunas escritoras en lenguas originarias, empezaban a destacar cineastas, videoastas, fotógrafas y blogueras de pueblos originarios. Pero eran siempre pocas frente a la apabullante presencia de los hombres indígenas.

Ha sido en las últimas dos décadas que van del siglo XXI que la presencia de las mujeres de pueblos originarios, en las artes todas, se ha hecho contundente y numerosa. Xunká es una de esas pioneras, es referente obligado junto con otras compañeras más: pienso en las mujeres miembros de Sna Jtz’ibajom, en las zapatistas, en Marush del AFI, en Merit y Hortensia de K’inal Antsetik, en Petrona de la Cruz e Isabel Juárez Espinosa de FOMMA, y en otras más que ahora no estoy mencionando.  

A todas ellas les debemos decir gracias, gracias, gracias por compartir su creatividad desde su dolor y su tristeza, con la finalidad como afirma Xunká en la página 20: “de que sirva como instrumento para entender nuestra realidad”.

Buenas noches a todes. Soy Xochitl Leyva Solano del Proyecto Videoastas Indígena de la Frontera Sur (PVIFS). Planeta Tierra, a 4 de mayo de 2022.

Escucha en audio:

Trecientas hormigas está a la venta en la librería La Cosecha y en Kikimundo, en San Cristóbal de Las Casas, en diversas librerías del país, y en la librería en línea de Urucum Ediciones.

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